julio 12, 2007

Cuando vas a un concierto, tienes que saber elegir el atuendo

Hay un concierto de Bisbal en Las Ventas. Veo a algunas tías que van hacia la plaza, solas o en grupos, y me llama la atención como van vestidas: algunas van con tacones, cosa que me parece demencial si te vas a pasar tres o cuatro horas de pie, dando botes y bailando. Muchas van arregladas como si salieran de fiesta, casi de boda, como si tuvieran una cita personal con Bisbal, un encuentro de tú a tú, en lugar de unirse a la masa indescifrable de cabezas y brazos que el tío verá desde el escenario. Igual tienen la esperanza de que al final del concierto les va a guiñar un ojo y les va a indicar el camino hacia su camerino.

Yo no voy a muchos conciertos, pero cuando lo hago me pongo la ropa más cómoda posible, empezando por el calzado. Aunque igual ellas están cómodas así, con tacones. No sé. Jamás las entenderé.

Talento de abuela

Mi madre viene a pasar el día a la piscina con mis dos sobrinas, de seis y dos años. Son muy diferentes: la mayor es una culebrilla que no da tregua en todo el día, la pequeña es pura calma y sosiego.

Después de unas cuantas horas de entrar y salir del agua, comer en el césped, correr, jugar, saltar y hasta dormir la siesta, llega la hora de recoger el campamento. Y aquí viene la proeza: en un visto y no visto, mi madre viste a las niñas, las peina, las acicala de tal forma que parecen recién salidas de casa. Nadie diría que se han pasado el día entero guerreando, de tan pulcras y aseaditas que van. Asombroso.

julio 06, 2007

Pudor

Estoy sentado en un banco con una tipa al lado, esperando el autobús. En sólo tres minutos hace tres cosas que yo soy incapaz de hacer si tengo a alguien a una distancia inferior a dos metros.

Primero saca el móvil y se pone a hablar con total naturalidad, sin importarle que yo esté escuchando la conversación. Comunica a la otra persona que va a llegar tarde a una cita, aunque parece que por el otro lado también van con retraso, le dicen que no hace falta que se apresure.

Luego saca de su bolso un sándwich y se pone a comerlo. Yo soy incapaz de comer en público -no en un restaurante o un bar, me refiero a espacios públicos- me da vergüenza, no sé por qué, a ella parece que no.

Por último, saca un estuche de maquillaje en miniatura y se retoca el decorado facial: pestañas, cejas, pómulos, labios... Yo no uso maquillaje, claro, pero si lo hiciera seguro que tampoco me atrevía a hacer esto, terminar de acicalarte en la calle, me parece que es como hacer una tarea íntima en público.

julio 04, 2007

Recalcitrante

En el metro, mi gran fuente de inspiración. Tengo al lado una pareja de adolescentes, muy maqueados, tal vez sea su primera cita, de las primeras seguro, porque se palpa cierta distancia entre ellos, un poco de incomodidad, sobre todo en él, que no para de escrutar a su alrededor, como si alguien le vigilara, a lo mejor soy yo, igual nota mi mirada en su cogote.

Ella le bombardea con todo tipo de preguntas, cualquier cosa que se le pasa por la cabeza con tal de calentar un poco el hielo: que si vio tal programa de la tele, que si ha oído tal canción, que si sus amigas van a ir a tal sitio de vacaciones, que si se pasó toda la tarde de ayer chateando por el messenger...

Él contesta a todo con monosílabos: “Sí”, “No”, “Ya”. Después de cada respuesta gira la cabeza y mira nerviosamente su propio reflejo en una ventanilla, como intentando recobrar la compostura.

Ella no ceja. No para de hablar y de preguntar chorradas. JODER, ESTÁ CLARO QUE EL CHAVAL NO TIENE GANAS DE HABLAR, ¿ES QUE NO TE DAS CUENTA? DÉJALO YA, DEJA DE FORZARLE, ¿NO VES QUE ASÍ SÓLO CONSEGUIRÁS ABRUMARLO AÚN MÁS? YA HABLARÁ CUANDO LE APETEZCA O CUANDO TENGA ALGO INTERESANTE QUE DECIR.

Uff, creo que leer a Bukowski en la piscina bajo el sol de julio me está afectando.

junio 27, 2007

Ajedrez

El otro día presencié una curiosa escena.

Una pareja, él y ella, estaban jugando al ajedrez, aparentemente muy concentrados los dos.

Después de unos quince minutos, de repente ella pregunta:

- ¿La torre puede mover en diagonal?

¡Repámpanos!

Shakira

No puedo resistirme a poner este vídeo.

Ya sé que es propio de quinceañeras, pero me encanta Shakira.

Bueno, su canción anual. En este caso, "Las de la intuición"

junio 22, 2007

Si los hombres domináramos el mundo

Me ha hecho mucha gracia este listado de reglas masculinas, que toda mujer debería tener siempre presente. Las más divertidas:

- Domingo = deportes. Es como la luna llena o los cambios de las mareas. Déjalo estar.

- "Sí" y "No" son respuestas perfectamente válidas para casi cualquier pregunta.

- Si algo que dijimos se puede interpretar de dos formas y una de ellas te entristece o enfada, entonces queríamos decir la otra.

junio 21, 2007

"Esa niña"

A veces oigo la expresión "niña" entre dos mujeres que hablan de una tercera. Curiosamente, casi siempre que la oigo es entre pijas.

La aludida no es ninguna niña, anatómicamente hablando, no tiene 3, ni 6, ni 11 años, seguramente sea una mujer hecha y derecha. Cuando dos tías se refieren a una tercera como “esa niña”, casi siempre hay un fondo despectivo en la expresión, una forma de humillación y de marcar diferencias por superioridad: nosotras, mujeres que sabemos bien lo que hay que hacer; ella, niña inexperta que no tiene ni idea.

Lo que no entiendo es por qué no se dejan de hipocresías y utilizan directamente "niñata". Sería mucho más descriptivo y claro.

junio 20, 2007

Ellroy

Tenía muchas ganas de leer algún libro de James Ellroy, pero nunca me había puesto con ninguno. Ahora acabo de terminar Jazz blanco, uno de los cuatro volúmenes que forman “El cuarteto de Los Angeles”.

Digamos que el tradicional esquema argumental de una obra literaria, ese que se resume en

PLANTEAMIENTO -> NUDO -> DESENLACE

en el libro de Ellroy se transforma en:
(pinchar en la imagen para agrandarla)



Pues sí, no me he enterado de la mitad de la trama, y sin embargo la historia, o la forma de contarla, me ha gustado mucho, por sus personajes crudos, infelices, codiciosos, torturados, condenados al vacío, sus frases demoledoras, sus diálogos vertiginosos, sus historias de amor desesperadas… Un gran fresco que muestra la cara sucia del glamour del Hollywood de los 50’s.

¿Que qué tiene esto que ver con el tema de este blog?

Deduzcan.

junio 13, 2007

No soy moderno

Cualquiera que haya conocido el centro de Madrid en los últimos quince años sabrá del cambio brutal que ha vivido la calle Fuencarral, sobre todo en el tramo desde Gran Vía a Tribunal. De calle plagada de comercios decadentes, locales destartalados y baretos mugrientos ha pasado a ser el centro de los modernillos madrileños. Todas las marcas, de ropa, de calzado, de complementos (qué ridícula expresión, “complementos”… ¿Complemento de qué?), se dan de codazos por montar un local allí. Si no estás en Fuencarral, es que no eres moderno.

Yo, como dice el anuncio de Coca Cola, soy de la generación que ha visto Orzowei en la tele (en uno de los dos únicos canales de entonces), y jugar a Maradona, aunque ahora esas cosas también se pueden ver en YouTube, pero no es lo mismo. También la generación, esto no lo dice el anuncio, que para quedar un sábado hacía cadena de llamadas: A llama a B, B llama a C, C a D, D a E, etc... Y de la que no tenía cajeros automáticos (¿de dónde demonios salía el dinero?), y escribíamos cartas con sobres y sellos, y grabábamos cintas de casete, y veíamos “El Libro Gordo de Petete”...

Por si había alguna duda, paseando ahora por Fuencarral me queda claro que no, no soy moderno, ni se me ocurriría jamás aparentarlo, por supuesto. No conozco un solo grupo de los que se anuncian en los carteles de promoción de conciertos y festivales; no me pondría el 99% de la ropa que se vende en las tiendas; no me interesan la mayoría de las exposiciones; nunca me haría un tatuaje ni un piercing;. Tal vez doblo en edad a muchos de los fuencarraleños de hoy. ¿Y qué? Niñatos, un respeto: yo he visto arder los Almacenes Arias desde la esquina de Fuencarral y Gran Vía. Ahí es nada. Aún recuerdo la columna de humo y el olor a chamusquina. Historia pura de Madrid.

Una tarde, pasando por delante del Mercado de Fuencarral (el meollo del cotarro), una tipa con el pelo de colores y varios aros injertados en diferentes puntos de la cara (menos mal que aparece una tía en la historia, si no de qué iba a colarla en el blog) me da un flyer, es decir, un folletín publicitario, flyer para los modernos. ¿Me habrá tomado por uno de los suyos? Me extrañaría. Miro el panfleto: es de una tienda especializada en servicios ortopédicos. ¡En servicios ortopédicos! Joder. Qué depresión.