julio 04, 2007

Recalcitrante

En el metro, mi gran fuente de inspiración. Tengo al lado una pareja de adolescentes, muy maqueados, tal vez sea su primera cita, de las primeras seguro, porque se palpa cierta distancia entre ellos, un poco de incomodidad, sobre todo en él, que no para de escrutar a su alrededor, como si alguien le vigilara, a lo mejor soy yo, igual nota mi mirada en su cogote.

Ella le bombardea con todo tipo de preguntas, cualquier cosa que se le pasa por la cabeza con tal de calentar un poco el hielo: que si vio tal programa de la tele, que si ha oído tal canción, que si sus amigas van a ir a tal sitio de vacaciones, que si se pasó toda la tarde de ayer chateando por el messenger...

Él contesta a todo con monosílabos: “Sí”, “No”, “Ya”. Después de cada respuesta gira la cabeza y mira nerviosamente su propio reflejo en una ventanilla, como intentando recobrar la compostura.

Ella no ceja. No para de hablar y de preguntar chorradas. JODER, ESTÁ CLARO QUE EL CHAVAL NO TIENE GANAS DE HABLAR, ¿ES QUE NO TE DAS CUENTA? DÉJALO YA, DEJA DE FORZARLE, ¿NO VES QUE ASÍ SÓLO CONSEGUIRÁS ABRUMARLO AÚN MÁS? YA HABLARÁ CUANDO LE APETEZCA O CUANDO TENGA ALGO INTERESANTE QUE DECIR.

Uff, creo que leer a Bukowski en la piscina bajo el sol de julio me está afectando.